AND YOURS

30.10.09

Equilibrando el pasado y el presente


Como todo adolescente, se planteaba la idea del suicidio. Era un juego más, como todos los que jugaba: odiaba lo deseable, filosofaba con el aire, creaba pesadillas, fumaba orgasmos, juzgaba a los dioses, se follaba a las ideas...se sorprendía y se indignaba de la vida con una facilidad que, como único fallo, no apreciaba.

No sabía que el juego de su vida cotidiana iba a condicionar su futuro. No como tal, pues el destino económico, la educación recibida, el barrio donde vivía marcaban en silencio un camino sin bifurcaciones; sino la manera de tomarse ese futuro.

La rabia y el amor desmedido se canalizarían para diferenciarle de las miles de personas que a diario hacen lo mismo. Haría lo mismo, pero lo sentiría de una manera diferente, como les ocurre a todas las gentes de este mundo.


Porque lo que aún no sabía y aprendería con los años, es que la esencia de ser diferente es saber que eres como todos los demás. Y lo tomas, o lo dejas.

25.10.09

Con el primer canto del día

"Controla tu embriaguez. Pon atención a lo que te están contando que es importante y mañana lamentarás no acordarte". Pero al día siguiente no reduerdo ni que me tenía que acordar de algo...no recuerdo el quién, ni a qué hora de la madrugada, ni el tema, ni su importancia, ni si realmente existió tal conversación, ni la cara de pena o de regocijo de la persona anónima que me confió un secreto...Pero recuerdo el vacío, el intento de escribir sobre papel mojado.

Y recuerdo las vueltas a casa a la mañana siguiente, porque todas son la misma: salir del metro y que el frío se te pegue en los huesos. Ese último esfuerzo antes de que se acabe todo, antes de que todo vuelva a empezar...y donde me como tanto la cabeza. Aún está oscuro, alguna nube clarea la triste escena en la que estoy sola. Dos extranjeros no ven ni existen casi, y se besan pegándose, o se pegan a besos. A veces la gente madruga, y me mira raro cuando se cruza con mis ojos despintados y vacíos.

Pienso en anoche. Me lo he pasado bien; de puta madre incluso. Pienso en que me gusta mi vida (o no), en que mañana seguiré adelante con todo (o no), en que soy quien quiero ser (o no), o en que al menos lo intento (¿y si no?). El caso es que nada de eso importa, porque sólo me lo planteo para no pensar que vuelvo sola a casa, que una parte de lo que hago es para olvidar que en todos los corazones hay un pozo negro, y que en el mío hay cosas al fondo que no puedo recuperar, que se me cayeron hace no mucho pero que ya están tan lejos...tan al fondo.

Mientras juego con el eco en ese pozo la realidad me distrae. Paso por el parque de al lado de mi casa y todas las madrugadas pienso en quedarme allí sentada un rato antes de subir a caer en coma. Por los pájaros. Desde algún árbol siempre suena tímidamente el primer piar cuando yo paso. Está todo tan vacío que se oye todo el encanto de ese sonido, toda la inocencia y la alegría y la belleza que contiene. Me encanta, porque me distrae de mi propia mierda y me hace observar por unos segundos la hermosura de las madrugadas.

De este modo, cuando subo a casa, los tres tramos de escaleras que me matan, cuando abro la puerta y me encojo hasta por dentro para hacer el menor ruido, cuando mis padres me preguntan que tal la noche y me regañan hasta en sueños, cuando inspecciono la nevera y quémierdasólohayheladosdelimónquemerecuerdanati, cuando me lavo la cara y me miro al espejo y parezco un cuadro corrido, cuando me meto en la cama y está tan fría que lloro...

De este modo no me derrumbo. Pienso en el pajarillo solitario cantando en el chopo blanco, pienso en que él ha dado el disparo de salida para mi carrera por la supervivencia del día siguiente. Y que, por tanto, morir hoy no tiene sentido, porque mi muerte era ayer.

20.10.09

17.10.09

Delirio

(Cuento que escribí en un blog anterior a este. A fecha de Junio, que tiene más sentido)

Todo comenzó con la llegada del calor. Un calor acosador, que no te deja ni dormir, ni comer, ni hacer nada decentemente. Ella no podía conciliar el sueño, no paraba de dar vueltas y enredarse los pies con las sábanas apartadas. Su ligero camisón se resistía a quedarse en su sitio y la hacía sudar. Le picaban las piernas. El sudor rápidamente se evaporaba, su piel se quedaba caliente y reseca. Le picaba. Le hormigueaban los pies y las manos. Su cuerpo desparramado en el somier adquiría posturas que no permitían que su sangre irrigara por igual a todas las partes de su cuerpo. Suavemente se rascó las pantorrillas, y se masajeó las piernas para mejorar la circulación. Tampoco mucho, pues la fricción apremiaba el calor. Pasado el picor intentó relajarse de nuevo.

No pudo. Mosquitos. Mosquita, más bien. Con ese silbido agudo y tembloroso que penetra en el oído, como si en el mismo tímpano fuera a picar. La chica de nuevo comenzó a ponerse nerviosa. "¡No puede ser!". Intentaba olvidarse. "Dormir, dormir...sólo piensa en dormir". Zumbidos. "...". Zumbidos más cerca. Se protege los oídos entre el colchón y la almohada. ¿Cómo, con semejante capa de plumas aislando su cabeza, puede seguir oyendo al maldito bicho? Se levanta apresuradamente y enciende la luz, dispuesta a aplastar con la zapatilla al mismo diablo si es él el que hace el ruido.

Más hubiera valido que al menos Satán se encontrase entre los presentes: ni rastro de la mosquita. Y lo más frustrante aún: silencio total. Apagó la luz y volvió a acostarse. Sin soltar la zapatilla, ya percatada de la inteligencia de su enemiga.

"Zhhhhhhhhhh!!!" Con un rápido movimiento se estampó la zapatilla en la cara, lo que le valió para dos cosas: matar al bicho y volver a quedarse de nuevo ojiplática, con la mejilla roja y hormigueante. Por la demencia del momento le sobrevino en una carcajada. Recordó aquella noche que pasó en el campo con sus amigos, en la que no pudo dormir a raíz de descubrir que su picor de ombligo se debía a la visita de una oruga a su saco de dormir. O aquella vez en la que ni siquiera pudo entrar en su cuarto, pues una araña había decidido corretear por sus paredes y no dejarse atrapar.

Los bichos siempre le habían dado mucho miedo. No era un miedo pavoroso que no permite la actuación. Era un miedo de niña, que la hacía gritar como una histérica y hacer tonterías porque ay-he-visto-un-bicho-micrométrico-que-resultó-ser-una-mancha-de-boli-en-la-mesa. Siempre se lo había tomado con humor, pues sabía lo tonta que se ponía en esas situaciones que en un primer momento le parecían tan peligrosas.

Mientras pensaba todo esto se rascaba el brazo. "Juraría que a la mosquita no le ha dado tiempo a hacerme un picotazo". Simplemente tenía el brazo rojo de haber estado rascándose, aunque no sabía muy bien por qué lo había estado haciendo tan efusivamente. Sintió unas diminutas patitas posadas en el empeine del pie derecho. Una sensación tan sutil que ni siquiera podía ser real. Como el humo. Pero sabía que otro ser que no era ella misma estaba actuando sobre su perímetro.

Se posó la mano, y allí no había nada. No era posible que el bicho se hubiera movido, o que hubiera echado a volar, pues había sentido la sensación hasta el instante en que se había empezado a rascar. No quería creerse que el simple roce de las sábanas pudiera dar esa sensación, pudiera incomodarla tanto... Pero ya que estaba por la zona, siguió rascándose camino de la pierna, pues seguían picándole, al igual que el brazo y la otra pierna. Al poco empezó a picarle el cuello, las manos, la espalda, la cara... Cada vez se rascaba más, le picaba más, se ponía más nerviosa.

"Te estás rayando, frénate" Se decía a sí misma. Las piernas, en donde llevaba a cabo su trabajo con más asiduidad, le empezaban a escocer, y empezaban a florecer las primeras líneas rojas en su piel blanca y suave, como entrecruzadas marcas de neumáticos en la carretera. Posando las palmas de las manos en la cama, comenzó a calmarse, dándose cuenta de lo que cansada que estaba, del tiempo que había pasado, del poco que le quedaba para dormir escasamente antes del examen. Se relajó, se calmó con el sonido de su propia respiración, lenta y pesada, que la arrastraba a la cómoda oscuridad de una mente que deja de trabajar unos instantes y permite que viajemos al mundo de los sueños.

Y, en la quietud, en ese limbo entre el sueño y la vigilia, vislumbró un grumillo negro que recorría su brazo, apresuradamente hasta su cara. Se sacudió fuertemente, incorporándose. Removió las sábanas, miró bajo la almohada, se quitó el camisón, sacudió su pelo, encendió y apagó la luz repetidas veces... Buscaba al bicho en cada rincón de su cuarto, en cada centímetro de su cuerpo... Nada. Como buen ladrón se escapó de la agotada chica, llevándose su sueño.

Volvió a tumbarse, resignada a pasar la noche en vela. En ese momento el bicho volvió a la carga, pero ella decidió no impedirle la conquista de su cuerpo, pues ya sabía que nada podía hacer. Sintió cómo correteaba por su pie, como descansaba en la punta del dedo gordo, como iba y venía sin decidirse por un camino concreto, huyendo o más bien planteándose el lugar idóneo para plantar su picadura. Movió desganadamente el pie para echarlo. Y el cosquilleo de las patitas paso a su muslo en cuanto se desprendió del pie.

Pero no podía ser el mismo bicho, pensó. Imposible. Entre el fardo de sábanas y el despiste del propio animal, no era probable que tan rápidamente hubiera llegado al muslo. Mientras se planteaba todo esto, volvió a sentir el primer bicho en el dedo gordo, sin que el segundo picor se hubiera quitado. Y un tercero en el mismo pie, en otra zona. Y un cuarto cosquilleo en el otro pie. Y un quinto... "Son imaginaciones mías, es por el cansancio" afirmó, pero no se atrevía a corroborarlo.

Mientras sentía sucesivos correteos por la piel, que subían hasta la parte alta de los muslos. Decidió confirmar sus sospechas deslizando lentamente la mano derecha hasta su cadera. Lo que ella sintió no es describible. Pensó en aquellos hombres de las noticias, que salen cubiertos de abejas, en una simbiosis agradable que les deja limpios de picaduras. Pensó en esa sensación, el suave pelo de los abdómenes de esas melíferas, la inocencia de su murmullo...

...Las sonoras extremidades de arañas, moscas, mosquitos...los cuerpos blandos y viscosos de orugas y gusanos... avanzaban incansablemente como un pelotón, que violaba la paz de un pueblo epidérmico humano, incapaz de moverse, paralizado de horror...

Ese zumbido...

15.10.09

Corre

Le vino un impulso desde lo más hondo de las entrañas. Caminaba entre la multitud, absorta. Mente en blanco, uno de esos momentos en los que despiertas de la nada pensando qué pensabas y qué te hace seguir ahí...aquí. Ansiedad. Miró a su alrededor con la sensación de que nada era real, no podía serlo. Las miradas vacías, las sonrisas perdidas... no podía ser real una realidad tan palpablemente sosa, absurda, desgastada.


Se preguntó por qué no se caían todos los edificios encima de las cabezas obnubiladas de toda esa gente. Se respondió que porque nadie iba a correr si eso pasaba...Y de pronto, las ganas de huir. Atrapada entre todas aquellas almas que no cantaban; agobiada por no saber si cantaron alguna vez. Y la propia afonía de su espíritu, que la impedía dar la primera zancada, que la impedía salir de la misma red ciega en la que todos se encontraban atrapados, en esa calle tan ancha de esa ciudad tan estrecha.


"Corre", se dijo a sí misma. No deseaba estar ahí, no quería que todos esos ojos anodinos la vieran llorar. No quería ver que nadie iba a consolarla, que nadie iba a pensarla, que muchos de ellos ni la verían sufrir. Corre, joder!" Esa maldita apatía la estaba infectando, y lo sabía, y parecía no poder hacer nada. Esa maldita inercia de no hacer nada, de guardarse los sentimientos y las ganas para otro momento, esa odiosa manera de disimular... ¿hasta cuándo? ¿Cuánto más? ¿Por qué?


Llovía; pero era mentira. Eran sus lágrimas, que rasgaban sus mejillas y se anclaban al aire, para no dejarla avanzar. Hasta las lágrimas no querían actuar. Pero ya estaba bien, se había acabado la farsa. Con todo el dolor de su alma siguió corriendo, esquivando a todas esas ánimas inútiles que la miraban tan raro. Pero no le importó, porque sabía que miraban sin mirar, sin dar importancia...y con las mismas ganas de correr.


Cogió soltura, corría con todas sus fuerzas. Sus labios, cortados por tanto cuchillo de viento, esbozaron la sonrisa de los desvencijados. Y gritó hacia dentro, por la velocidad. Pero siguió corriendo. Hasta que las calles se acabaran. Hasta que el mundo se acabara. Hasta encontrarte.


Amor X

Quiero amor
quiero amar a alguien sin amor
y que me abra las piernas
sin compromiso.

Sólo amor
sin nervios
sin primeras citas

sólo abrazos
y polvos
y risas
y conversaciones filosóficas de humo
pero sin malos entendidos
ni celos
ni pasados...ni futuro.

Sólo amor
Sólo miradas que sólo miren,
que no busquen,
que no ahonden,
que miren por mirar,
y sonrían mi alma.

Sólo amor
sin amor social
sin noviazgo
ni llamadas de teléfono eternas,
ni mensajes de "tq.bss", ni palabras melosas,
ni eres todo mi ser, mi cielo, mi paraíso,
mi cuchufletito,
mi cariñín,
mi caramelito.

amor sin porquerías
amor amor
del que no tiene explicación,
ni sentido.
ni porqué ni para qué
ni por siempre ni para nunca.

Amor de estar una eternidad desnudxs en la cama hablando del caminar de los delfines,
de las canciones de los murciélagos,
de las mariposas sin alas...

Amor de ver pelis horteras y follar al final

Amor de ir como una cuba y tener a alguien al que abrazar
alguien con quien dormir y despertar,
compartiendo resaca y surrealidades de la noche anterior...

...

¡Amor! Me río en tu cara
en tu puta cara feliz
porque voy a ser feliz
con un amor que no lo sea.

13.10.09

Glíglico

"Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente su orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, las esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentía balparamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias."

Julio Cortázar, Rayuela, capítulo 68






Quiero follar(te). Si te das por aludido, no dudes en llamarme...

10.10.09

Surreal time


una hoja seca
una huella
una yo

Realmente quería escribir de lo enfada que estoy, de lo falso que me parece todo actualmente, de la risa de un borracho; de los ojos que piden, de los que no pueden ni enfocar; de las llamadas de teléfono que no sé llevar a buen término, de los sms que duelen; de las ironías, los silencios incómodos, las mentiras que no importan pero a la vez importan tanto...de las frases que solo por su música ya suenan a falsas; de toda la mierda y la soledad que me come por dentro.

Pero va a ser que no, que hoy no escribo, que no me apetece...



6.10.09

Reencuentro

Brindemos por el pasado,
porque ya no lloro por tí,
por el abrazo que nos hemos dado.






3.10.09

Dadá

BICICLETA NADAR MONTAR SÉ HABLO
NO EN SÉ
NO NO (!)
INGLÉS

Zoom Insomnia

"Reflexiones sobre terrorismo"

¿Leer? Realmente estoy cansada, y la cómoda cama me espera, pero aún es tan pronto... ¿dormir? Estremecerme tenuemente entre las sábanas para avivar su calor...

Porque el terrorismo no es cosa de ahora

...acurrucarme en la camada cómo, todo muy cómodo, sí...hm...

Ah bueno, me estoy leyendo "El arte de la guerra"

Qué a gusto. Qué perezosa soy. Cuánto me regocijo en ello jijiji. Aquí en mi cama...Como aquella vez en casa de Marian en la que hablamos y hablamos y yo ya desde los sueños sólo pensaba en que se callara y me dejara dormir con todo lo a gusto que estaba...

(Silencio)

¡Espera! Creo que me estoy despertando, que me estoy desvelando, que vuelve mi actividad mental.

Aquí tengo el golpe

Respiraciones lentas y suaves. Un pequeño velero blanco entra y sale por mi boca. No se mueve mucho más porque está anclado a la campanilla...

¿Y te salió sangre?

Recuerdo la respiración de Risto cuando dormimos juntos por primera vez...aquella paz que olía a tabaco...

¿No lo tendrás roto?

Como hoy en el metro, ese señor maleducado que no paraba de fumar en el vagón. ¡Qué ganas tenía de que se bajara!

Ui, ya se me está yendo la cabeza, como siempre... Y como siempre ahora pensaré en la racionalidad de mis pensamientos, a ver si logro distinguir si estoy despierta o dormida...

"Historia de la filosofía"

Creo que mi perro se ha comido un gato verde, y la verdad no sé cómo le sentará... No me gusta que coma animales, ni siquiera mariposas, siempre le sientan mal. Cuando mi perro me habla me asusto.

Un poco tarde, ¿no?

Ya las paredes comienzan a alargarse y la luz del pasillo se achica. Tengo que tener precaución al moverme porque mi cabeza ensanchada puede chocar contra el techo; pero a la vez soy tan pequeñita que los peluches me dan sombra. Mi brazo tan largo puede alcanzar la pared de enfrente.

Es un poco denso para leerlo ahora...

El suelo parece estar normal, así que por hoy creo que puedo dormirme. Esta vigilia siempre me descoloca mucho, creo que es por la oscuridad...

La cama es tan cómoda y estoy ya tan calentita... Creo que el velero llegó a buen puerto.